miércoles, 25 de agosto de 2010

Un mal sueño.

Ayer soñó un niño que se formaba una nube dentro de un vaso de agua. La nube, casi gris, el agua, del color del aire, el vaso, del color del agua. Llovió. Llovió dentro del vaso y el agua se derramó por la mesa.
Tenía sed, mucha sed. Intentó beber del vaso pero la nube le llenaba la boca. Textura de nada, sabor vapor, sensación de ahogo. La escupió. Toda el agua estaba derramada por la mesa, por el suelo, por la arena del suelo. Por el suelo del sueño. La tierra quiso tragarse el agua pero no tenía sed, así que el agua corrió calle abajo. Ya no parecía la cantidad que cabe en un vaso sino mucha más. muchos vasos, miles, millones, trillones....
Saleem despertó. Despertó de un mal sueño. Buscó a su madre. Ésta lloraba junto a lo que hace unos días fue una ventana. Ahora la ventana era mucho más grande, casi toda la pared. Saleem se abrazó a su cadera. Por la ventana.... agua, mucha agua. No sólo lo que cabe en un vaso sino mucha más, muchos vasos, miles, millones, trillones,... La tierra no tiene sed. El agua corre y se lo lleva todo. En la garganta de la mamá de Saleem hay una nube. Llueve.
Lo que ocurre en Pakistán no es un mal sueño.
Millones de personas sin nada. Muchos más millones de personas con todo. Movemos millones de manos, agarramos millones de mandos a distancia, apretamos millones de botones para poner el televisor en OFF. Millones de lágrimas se asoman al balcón del párpado inferior. Millones de deseos: ojalá sólo sea un mal sueño y despertemos pronto.