No existirá ningún ser humano que esté vivo hoy en la Tierra. Con gran probabilidad tampoco estarán vivos los niños que nazcan en los próximos cinco o diez años. Dentro de ciento veinte, ciento treinta años, toda la humanidad, toda, será otra distinta a la que hoy llena este planeta.
Los pobres habrán muerto rodeados de sueños y esperanza, desilusión, incomprensión y miedo. Los más pobres, hambrientos, sin techo, sucios, enfermos,... también habrán muerto, también rodeados de desilusión, incomprensión, sueños y esperanza....y miedo. También habrán muerto los trabajadores, los parados, los empresarios, los sindicalistas, los políticos, los reyes, los dictadores, los oprimidos, los opresores, los deprimidos, los optimistas. Los ricos, los muy ricos, los multimillonarios, los famosos. Todos rodeados de sueños y esperanza, desilusión, incomprensión y miedo, mucho miedo.
Los pensadores, economistas y científicos. Los laboriosos, trabajosos y laboristas. Los demócratas, progresistas y conservadores. Los revolucionarios, los patriotas y desertores. Los federales, los federados. Los fenestrados, los tatuados. Los moros y los cristianos. Los judíos y los palestinos. Los americanos y norteamericanos. Los europeos. Los asiáticos. Los africanos. Los australianos. Los jueces y los juzgados. El bueno, el feo y el malo. Los guapos, las guapas, los gordos y los flacos. Todos habrán muerto, todos. Mujeres, hombres, niños y ancianos, en cualquier orden. Incluso los soñadores y los esperanzadores. Los desilusionistas, los incomprendidos y los cobardes. Todos rodeados de sueños y esperanza, desilusión, incomprensión y miedo.
Habrás muerto tú y habré muerto yo.
En tan sólo ciento treinta años, o lo que es lo mismo, dos vidas de sesenta y cinco años, o lo que transcurre desde que nació tu abuela hasta que tú cumplas/cumpliste cuarenta y tantos años, no quedará nadie. En un instante en la vida de este planeta, todos habremos nacido, todos habremos muerto. Vivimos de paso.
¿Por qué se empeñan algunas personas, a las que les queda muy poco tiempo de vida, en destrozar la poca vida de otros que se limitan a sobrevivir?. ¿Por qué dictadores, ancianos o casi ancianos, cerca de su muerte o a treinta años vista, condenan la vida de millones de personas?, ¿Por qué los dueños del "dinero", ancianos o casi ancianos, cerca de su muerte o a treinta años vista, hipotecan la vida de millones de personas?, ¿Por qué los religiosos, ancianos o casi ancianos, cerca de su muerte o a treinta años vista, manipulan la vida de millones de personas?. ¿Quién se cree inmortal, eterno?. Todos moriremos, y todo se quedará en la Tierra, incluidos los muertos.
¿Cómo quieres pasar a la historia?, ¿recordado en el grupo de los héroes o de los villanos?, ¿ladrón o policía?, ¿asesinos o salvavidas?, ¿don nadie o don todo?, ¿listos o torpes?, ¿fracasados o triunfadores?,...
Yo elegiré pasar la vida viviendo, en el grupo de los que dan la mano para levantarte, en el grupo de los que piden ayuda para seguir. El grupo que necesita un cuerpo para abrazar, un hombro para llorar y tiene dos hombros donde te lloren. El grupo de los que sonríen antes de hablar, de los que no hieren con la palabra ni con los actos. El de los que miran a los ojos. El grupo de los que gustan hacer reír, de los que ríen. De los que juegan. El grupo que no esconde nada. De los que duermen agarrados a una mano. De los que sueñan. De los que aman.
Un grupo despierto, que mira a su alrededor. Yo quiero elegir ese grupo, el de los anónimos. El grupo que pasará a la historia sin pasar a la historia. El grupo que morirá sintiendo que este breve espacio de tiempo lo pasó viviendo, dejando vivir y ayudando a vivir. Y también moriré rodeado de sueños y esperanza, desilusión, incomprensión y miedo.
El Noticiero.
de La Mirada de Leonardo.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
miércoles, 25 de agosto de 2010
Un mal sueño.
Ayer soñó un niño que se formaba una nube dentro de un vaso de agua. La nube, casi gris, el agua, del color del aire, el vaso, del color del agua. Llovió. Llovió dentro del vaso y el agua se derramó por la mesa.
Tenía sed, mucha sed. Intentó beber del vaso pero la nube le llenaba la boca. Textura de nada, sabor vapor, sensación de ahogo. La escupió. Toda el agua estaba derramada por la mesa, por el suelo, por la arena del suelo. Por el suelo del sueño. La tierra quiso tragarse el agua pero no tenía sed, así que el agua corrió calle abajo. Ya no parecía la cantidad que cabe en un vaso sino mucha más. muchos vasos, miles, millones, trillones....
Saleem despertó. Despertó de un mal sueño. Buscó a su madre. Ésta lloraba junto a lo que hace unos días fue una ventana. Ahora la ventana era mucho más grande, casi toda la pared. Saleem se abrazó a su cadera. Por la ventana.... agua, mucha agua. No sólo lo que cabe en un vaso sino mucha más, muchos vasos, miles, millones, trillones,... La tierra no tiene sed. El agua corre y se lo lleva todo. En la garganta de la mamá de Saleem hay una nube. Llueve.
Lo que ocurre en Pakistán no es un mal sueño.
Millones de personas sin nada. Muchos más millones de personas con todo. Movemos millones de manos, agarramos millones de mandos a distancia, apretamos millones de botones para poner el televisor en OFF. Millones de lágrimas se asoman al balcón del párpado inferior. Millones de deseos: ojalá sólo sea un mal sueño y despertemos pronto.
Tenía sed, mucha sed. Intentó beber del vaso pero la nube le llenaba la boca. Textura de nada, sabor vapor, sensación de ahogo. La escupió. Toda el agua estaba derramada por la mesa, por el suelo, por la arena del suelo. Por el suelo del sueño. La tierra quiso tragarse el agua pero no tenía sed, así que el agua corrió calle abajo. Ya no parecía la cantidad que cabe en un vaso sino mucha más. muchos vasos, miles, millones, trillones....
Saleem despertó. Despertó de un mal sueño. Buscó a su madre. Ésta lloraba junto a lo que hace unos días fue una ventana. Ahora la ventana era mucho más grande, casi toda la pared. Saleem se abrazó a su cadera. Por la ventana.... agua, mucha agua. No sólo lo que cabe en un vaso sino mucha más, muchos vasos, miles, millones, trillones,... La tierra no tiene sed. El agua corre y se lo lleva todo. En la garganta de la mamá de Saleem hay una nube. Llueve.
Lo que ocurre en Pakistán no es un mal sueño.
Millones de personas sin nada. Muchos más millones de personas con todo. Movemos millones de manos, agarramos millones de mandos a distancia, apretamos millones de botones para poner el televisor en OFF. Millones de lágrimas se asoman al balcón del párpado inferior. Millones de deseos: ojalá sólo sea un mal sueño y despertemos pronto.
viernes, 30 de julio de 2010
En este último segundo.
Hoy reinicio este blog con la idea de darle más sentido y continuidad que antes pero también con la ilusión de abandonarlo. Sí. Significaría que estaría haciendo cosas más interesantes, más importantes, más divertidas que estar mirando una pantalla y escribiendo a la nada.
Hoy reinicio este blog. Justo en el mismo instante en el que un joven con americana cruza con su bicicleta un hermoso puente sobre uno de los canales de Amsterdam, a más de 1.800 Km de mi. Allí, a tan solo unos metros, una chica compra flores para llevar a casa.
A 1.776 Km al sur de ese puente, un turista regatea con Hasam el precio de una alfombra mientras un anciano con un mapa del tiempo grabado en la cara observa sentado en el escalón de una puerta color azul cielo.
En este mismo momento, a 1.914 Km, Ela Wójcik le cuenta por primera vez a su nieto Josep cómo mataron a su abuelo en la plaza del mercado en Varsovia, en septiembre del 39, mientras, su nieto se distrae con una paloma que recoge del suelo una miga de pan que dejó a su paso un turista italiano.
Mientras tanto, en Lisala, República Democrática de el Congo, una mujer es maltratada y golpeada mientras se llevan a su hijo de 8 años para utilizarlo como sangriento soldado en una guerra que no entiende. Justo en ese instante, en el que la aguja del segundero del reloj del señor George Wolf recorre el espacio entre el segundo 39 y el 40, una chica con paraguas rojo se hace una fotografía con el Big Ben como fondo.
A 9.269 Km, cruzando el Atlántico, un joven de 15 años vende unos gramos de coca a un niño de 9 que corre presuroso entre las favelas para llevar la droga a su padre, herido de bala en una pierna, postrado en la cama. Esa misma droga, pero mucho más refinada, está pasando a través de un billete de 50 dólares, a la nariz de un abogado, en su despacho de la calle Wall, en Nueva York, tras el almuerzo. Al mismo tiempo, a 11.738 Km, un chico pedalea con fuerzas por las calles de Ahmadabad para no llegar tarde a la cena mientras se cierra una puerta que oculta a una mujer con vestido rosa de bordados dorados y un desgastado bindi rojo pintado en la frente. A unos cientos de kilómetros de allí, en la capital, los directivos de Tata Motors cenan con sus socios y responsables de Jaguar para celebrar su compra hace más de dos años a la americana Ford. A tan solo 1.000 Km al noroeste, soldados americanos bombardean una zona hostil. Acaban de morir cinco hombres, dos mujeres y un niño de 5 años. Un perro que dormía cerca de la zona corre asustado por las calles polvorientas dejando tras de sí una mierda en la que se posan veintitrés moscas. De esas veintitrés moscas, doce se posarán mañana en la cara sucia de Abdil, que jugará con los restos de lo que antes fue un motor de lavadora "made in China".
Al tiempo que el perro corre y las moscas se posan, unos chicos japoneses duermen plácidamente a ras de suelo. Huele a madera y té. Nika abre un ojo, mira a Ahoki y sonrie. A 8.961 millas de allí, una familia en Quito recibe con enorme alegría a sus familiares llegados desde España. A la salida del aeropuerto una niña vende chicles por medio dólar, y en un kiosco cercano un hombre mira en el cielo como una nube amenaza con llorar.
Justo en ese instante un coche pasa por mi calle, pisa un pequeño charco que dejó la lluvia y salpica a una hormiga que se agita envuelta en una burbuja de agua y polvo. En la tele dicen que en Rusia se ha desatado otro incendio. Al tiempo, un hombre baja del tren en San Petersburgo, mira a los lados, busca una cara, encuentra un cuerpo, lo abraza. A 30 centímetros de él, una niña de ojos claros se aferra a la mano de la mujer. A más de 4.000 Km de distancia de la niña, un hombre se sienta en la arena de los campos de Tinduf mientras ve como su vida cae del ojo izquierdo y empapa treinta y cuatro granos de arena junto a sus pies.
Muy lejos de allí, hacia el norte, una pareja se abraza y llora de emoción, acaba de nacer Nadia, que significa "esperanza".
Justo cuando nace Nadia, cae una lágrima, hay un abrazo, arde un árbol, muere una hormiga, pasa un coche, chispea en el aeropuerto, huele a té y madera, una niña juega, corre un perro, mueren inocentes, cenan unos ricos, se cierra una puerta, se drogan un rico y un pobre, se hace una foto, se mueve una aguja, se roba a un niño, se arranca un alma, pasea un turista, come una paloma, se distrae un niño, cuenta una anciana, mira un anciano, se hace negocio, se perfuma la casa y se cruza un puente, yo reinicio un blog. Y tú, tú terminas de leer esta frase.
Hoy reinicio este blog. Justo en el mismo instante en el que un joven con americana cruza con su bicicleta un hermoso puente sobre uno de los canales de Amsterdam, a más de 1.800 Km de mi. Allí, a tan solo unos metros, una chica compra flores para llevar a casa.
A 1.776 Km al sur de ese puente, un turista regatea con Hasam el precio de una alfombra mientras un anciano con un mapa del tiempo grabado en la cara observa sentado en el escalón de una puerta color azul cielo.
En este mismo momento, a 1.914 Km, Ela Wójcik le cuenta por primera vez a su nieto Josep cómo mataron a su abuelo en la plaza del mercado en Varsovia, en septiembre del 39, mientras, su nieto se distrae con una paloma que recoge del suelo una miga de pan que dejó a su paso un turista italiano.
Mientras tanto, en Lisala, República Democrática de el Congo, una mujer es maltratada y golpeada mientras se llevan a su hijo de 8 años para utilizarlo como sangriento soldado en una guerra que no entiende. Justo en ese instante, en el que la aguja del segundero del reloj del señor George Wolf recorre el espacio entre el segundo 39 y el 40, una chica con paraguas rojo se hace una fotografía con el Big Ben como fondo.
A 9.269 Km, cruzando el Atlántico, un joven de 15 años vende unos gramos de coca a un niño de 9 que corre presuroso entre las favelas para llevar la droga a su padre, herido de bala en una pierna, postrado en la cama. Esa misma droga, pero mucho más refinada, está pasando a través de un billete de 50 dólares, a la nariz de un abogado, en su despacho de la calle Wall, en Nueva York, tras el almuerzo. Al mismo tiempo, a 11.738 Km, un chico pedalea con fuerzas por las calles de Ahmadabad para no llegar tarde a la cena mientras se cierra una puerta que oculta a una mujer con vestido rosa de bordados dorados y un desgastado bindi rojo pintado en la frente. A unos cientos de kilómetros de allí, en la capital, los directivos de Tata Motors cenan con sus socios y responsables de Jaguar para celebrar su compra hace más de dos años a la americana Ford. A tan solo 1.000 Km al noroeste, soldados americanos bombardean una zona hostil. Acaban de morir cinco hombres, dos mujeres y un niño de 5 años. Un perro que dormía cerca de la zona corre asustado por las calles polvorientas dejando tras de sí una mierda en la que se posan veintitrés moscas. De esas veintitrés moscas, doce se posarán mañana en la cara sucia de Abdil, que jugará con los restos de lo que antes fue un motor de lavadora "made in China".
Al tiempo que el perro corre y las moscas se posan, unos chicos japoneses duermen plácidamente a ras de suelo. Huele a madera y té. Nika abre un ojo, mira a Ahoki y sonrie. A 8.961 millas de allí, una familia en Quito recibe con enorme alegría a sus familiares llegados desde España. A la salida del aeropuerto una niña vende chicles por medio dólar, y en un kiosco cercano un hombre mira en el cielo como una nube amenaza con llorar.
Justo en ese instante un coche pasa por mi calle, pisa un pequeño charco que dejó la lluvia y salpica a una hormiga que se agita envuelta en una burbuja de agua y polvo. En la tele dicen que en Rusia se ha desatado otro incendio. Al tiempo, un hombre baja del tren en San Petersburgo, mira a los lados, busca una cara, encuentra un cuerpo, lo abraza. A 30 centímetros de él, una niña de ojos claros se aferra a la mano de la mujer. A más de 4.000 Km de distancia de la niña, un hombre se sienta en la arena de los campos de Tinduf mientras ve como su vida cae del ojo izquierdo y empapa treinta y cuatro granos de arena junto a sus pies.
Muy lejos de allí, hacia el norte, una pareja se abraza y llora de emoción, acaba de nacer Nadia, que significa "esperanza".
Justo cuando nace Nadia, cae una lágrima, hay un abrazo, arde un árbol, muere una hormiga, pasa un coche, chispea en el aeropuerto, huele a té y madera, una niña juega, corre un perro, mueren inocentes, cenan unos ricos, se cierra una puerta, se drogan un rico y un pobre, se hace una foto, se mueve una aguja, se roba a un niño, se arranca un alma, pasea un turista, come una paloma, se distrae un niño, cuenta una anciana, mira un anciano, se hace negocio, se perfuma la casa y se cruza un puente, yo reinicio un blog. Y tú, tú terminas de leer esta frase.
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